Internet ha abierto todo un universo de información que puede complacer a las millones y millones de mentes que habitan la tierra. Casi cualquier cosa se puede encontrar allí y satisfacer variedad de necesidades. Es tal su alcance que parece no tener límite. Día tras día surgen nuevas y novedosas formas para atraer a una mayor y diversa audiencia. De hecho, si estás leyendo este artículo, haces parte de la dinámica que internet ofrece.
Ante la multiforme revelación de información en la web, se encuentra material de todo tipo. Aún, se pueden encontrar recursos que ante el consumidor es una cosa, pero detrás es otra. ¿Cómo conocer la realidad de lo que ofrece internet? La Biblia plantea un principio garantizado y universal: “… nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse.” (Mateo 10:26). Un ejemplo de ello es la gran cantidad de jóvenes (en su mayoría) que se enfocan en el logro de ser “influencers”.
Curiosamente se encuentran variedad de definiciones al respecto, pero atendiendo a la idea central, un “influencer” es una persona que tiene una presencia activa en internet con muchos seguidores en redes sociales y que le acompaña una alta reputación respaldada por las opiniones e ideas que comparte y que se comentan. Una de las plataformas de mayor difusión es YouTube, por lo que surgen también los afamados “Youtubers”.
Soy ingeniero electrónico, por lo que no soy experto en definir a estos célebres personajes del internet. Pero sin ser versado en el tema, muchos están atentos a la influencia de estas personas y el alcance llega hasta otros que no tienen mucho contacto con ellos. Al proyectar reputación por lo que exponen, se hacen populares y su fama se extiende juntamente por lo medios comunes de comunicación.
Ahora, ¿por qué tienen tal influencia en el público? Bueno, son miles los temas que tratan estos protagonistas ciberespaciales y atraen la atención por la creatividad, versatilidad y carisma con que los desarrollan. Proyectan de una manera ideal los diferentes temas que los hacen admirados. Pero, lo que se observa en cámara, ¿es lo que contiene el corazón? Lamentablemente no, tanto que los medios de comunicación han publicado la vida de estos “influencers” y muchos confiesan sus luchas con la depresión, con trastornos psicológicos, traumas, adicciones, entre otros. De hecho, las mismas redes que son la catapulta para su fama, también lo son para mostrar su desgracia.
De lo Ideal a lo Real
¿Cuántos de nosotros quisiéramos un mundo mejor? Esta pregunta, aunque amplia, tiene un carácter subjetivo. Al observar los videos de estos web-protagonistas de novela, todo parece más benéfico para la humanidad: mejores métodos de estudio, de relaciones sociales, humor, belleza, política, entre otros. La pretensión es mostrar formas para hacer de este mundo algo más favorable, esquivando lo que pueda poner en riesgo todo aquello que traiga satisfacción y realización.
Si se les ha rotulado como “influencers”, es porque influyen en algo: en alentar o calmar la conciencia de una humanidad que anhela el bien individual o el bien de un grupo. Una persona que influye y que proyecta popularidad se supone experimenta el bien o tiene convicción de las ideas que está mostrando a otros. Pero, al parecer la realidad es otra. Los rostros felices y triunfalistas de estas personas son el vestido de una vida interior que se desmorona ante las múltiples dificultades que el hombre enfrenta.
Muchos de estos jóvenes inician sus carreras ciberespaciales con tal ímpetu que las dificultades no parecen tener lugar. Hay otros que reconocen sus luchas, pero le siguen apostando a la actitud positiva hasta que llegan a un punto en el que no pueden más. Al final, lo oculto se da a conocer y los “influencers” que vale la pena seguir, no parecen tan atractivos. Para muchos de ellos, el tiempo es su enemigo, en donde un poco de gloria va quedando atrás cuando sus vidas están sumergidas en el vacío que todo ser humano tiene y que añora ser llenado.
Los temas que hacen estos “héroes del internet” son filmados bajo un guion idealista en donde todo termina con un final feliz para quien se ve influenciado. Pero, ¿qué sucede con el mismo guionista? ¿Por qué para ellos el final no es como el del cuento que tiene entretenido a millones? ¿Dónde queda la vida de estas personas que apenas comienzan a vivir y cierran su existencia con un epitafio farandulero? ¿El suicidio es el premio a quien conquiste la fama? Esta es la vida real y los medios de comunicación la están revelando cínicamente.
De lo Real a lo Ideal
No pretendo ser un “influencer” con este escrito, porque la Palabra de Dios existe desde antes de que este concepto entrara en el mundo y ha demostrado tener toda la razón. La influencia de la Biblia es tal que ha revelado vez tras vez, a lo largo de los siglos, que el ser humano tiene un vacío que ha pretendido llenar y no ha podido porque lo desea llenar con lo que cree puede ser llenado. Para muchos el vacío de la vida es la muerte y por eso existe el suicidio. Pero eso no tiene sentido; la vida existe porque hay vida. Eso es lógico.
Desde que el mundo existe, el hombre optó por tener una actitud de desprecio y rebeldía hacia su Creador. Y desde entonces hasta hoy, el ser humano aborrece a Dios y busca complacerse en cualquier cosa que no sea Él. La satisfacción del hombre radica en ir en contravía de todo aquello que Su Creador señala (Romanos 1:18-32). Los “influencers” de la antigüedad no son muy distintos de los de hoy, solo que antes no había internet; los medios eran primitivos. Pero los unos y los otros buscan complacer a una audiencia variada con ideas que tratan de ofrecer satisfacción tanto para ellos como para otros. No obstante, el pecado del ser humano no le permite ver que su vacío tiene forma de Dios.
Cuando desechamos a Dios, la relación con Él, entre nosotros y con la naturaleza, se quebrantó (Génesis 3:14-19), y desde entonces buscamos hacernos a un mundo ideal a nuestra manera. Por siglos se ha intentado mejorar y cambiar el corazón del hombre e idealizar un futuro mejor, pero todo sigue igual; el esfuerzo humano ha fracaso y los “influencers” a corta edad terminan en la tumba. Ante este panorama sombrío y realmente desalentador, ¿existe alguna forma para que lo ideal exista?
Si Dios creó al hombre (Génesis 1:26), entonces Él tiene la solución para que lo real se convierta en ideal (Apocalipsis 21:5), y esta solución empezó con Jesucristo. Él es quien ha venido a restaurar los corazones idealistas para experimenten la realidad del pecado y se vuelvan al consuelo divino. El apóstol Pablo lo describe de esta manera: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Corintios 5:17).
La depresión, las adicciones, los traumas, los diagnósticos compulsivos, la soledad, las críticas y más son tangibles en aquellos que brillan sólo ante las cámaras, pero tras bambalinas sus vidas se consumen porque no tienen a Dios. Sin embargo, Él mismo se ha ofrecido a salvarnos de esa magia que no pasa de la pantalla de una computadora. El Creador se ha hecho como nosotros para rescatarnos de nuestra vana manera de vivir (1 Pedro 1:18-21) y llenar los corazones moribundos de vida abundante (Juan 10:10).
El ser humano ha sido creado por Dios para Su gloria y para disfrutar de Él. Para muchos esto suena idealista. Pero la muerte y resurrección de Cristo es un hecho históricamente irrefutable que ha transformado la vida de millones, ya que el hombre ha encontrado satisfacción real en Él. Y entendiendo que la realidad del ser humano es la necesidad de Dios, la cual por Cristo es suplida, entonces el anhelo ideal de un mundo restaurado y dichoso será pleno y evidente (Romanos 8:18-25). Los “influencers” después de todo son la radiografía de un mundo ideal que tarde o temprano deja ver la triste realidad. Más los que confían en Cristo como Salvador y Amo de sus vidas, son la imagen de un mundo real que experimentarán lo ideal: paz, tranquilidad y satisfacción eternas (Apocalipsis 21:4-7). Tanto los protagonistas en redes sociales, como nosotros, como toda la humanidad necesita la mayor realidad: Dios y sólo Dios (Isaías 40:28-31).