¿Cómo puede un ciego ver o un muerto vivir?
Hemos visto la condición lamentable del ser humano a causa del pecado. El hombre vive en una condición caída de pecado, de dureza, de muerte espiritual. Eso implica que al hombre no le interesa Dios, al hombre no le interesa la gloria de Dios, de hecho el hombre desprecia todo lo que es Dios y lo reemplaza por otras cosas, buscando satisfacción en ellas y no en Él que es la fuente de toda satisfacción para el ser humano. Entonces ¿cómo puede el hombre ser salvo?
El evangelio, es decir, la muerte y la resurrección de Jesucristo, es la base sobre la cual el ser humano puede ser salvo. Jesucristo satisfizo la ira de Dios, pagó por el pecado, cumplió toda justicia, venció la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio, por Su muerte y Su resurrección (2 Timoteo 1:10). Así que es por el evento del evangelio que una persona puede ser salva.
Pero la pregunta continúa de una forma más práctica. ¿Cómo el evangelio cambia el estado de una persona pecadora e incrédula? ¿Cómo es cambiada y transformada esa condición? Esa es la pregunta que plantea 2 Corintios 4:4. “En los cuales el dios de este mundo ha cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios.” El problema es que los incrédulos están cegados, el dios de este mundo (Satanás) los tiene cegados para que no vean cuan glorioso es Jesucristo a través del evangelio. Entonces queda planteada la pregunta: ¿Cómo puede ser cambiada esa condición de una persona?
La respuesta la da el versículo 6 del mismo pasaje, 2 Corintios 4:6: “Pues Dios, que dijo que de las tinieblas resplandeciera la luz, es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo.” Para que un pecador, incrédulo, ciego, que no puede ver la gloria de Cristo en el evangelio, pueda creer en Cristo es necesaria una obra de Dios. En este pasaje Pablo la describe como cuando Dios dijo “sea la luz”. Es un acto de iluminación. Dios resplandeciendo en el corazón de una persona para la iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro, en la persona, de Jesucristo. Se requiere el mandato soberano de Dios.
En Efesios el apóstol Pablo trata la misma situación pero con otra analogía. Efesios 2:1-3 presenta la condición de un incrédulo como una persona muerta en pecados, una persona completamente insensible ante la realidad de Dios. Pero entonces los versículos 4 y 5 nos dice: “Pero Dios que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aún cuando estábamos muertos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados).” Es el acto de Dios, un acto de gracia, completamente inmerecido, de dar vida a un muerto. Un acto completamente libre de Dios.
El nuevo nacimiento
¿Cómo definir ese acto de Dios? Se han propuesto varias formas de definirlo (llamado eficaz, gracia irresistible y regeneración) pero la forma en la que el mismo Señor Jesús lo definió es: Nuevo Nacimiento. En Juan 3 un hombre llamado Nicodemo llega buscando a Jesús. Este hombre cree entender claramente quien es Jesús (v.2), ante lo cual Jesús le responde: “De cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios” (v.3). En esta conversación Jesús explica varias ideas importantes acerca del nuevo nacimiento.
La proclamación del evangelio, la fuente de vida
Entonces en la práctica, si anhelamos que una persona nazca de nuevo, ¿qué debemos hacer? ¿Cómo es que una persona nace de nuevo? A lo largo del Nuevo Testamento los autores bíblicos dejan claro que la forma en la que el evangelio se conecta con el nuevo nacimiento de una persona es a través de la predicación de la Palabra de Dios. Dios decidió que la predicación de la Palabra de Dios fuera la forma en la que una persona pudiera ser expuesto a la verdad del evangelio y recibiera vida a través del evangelio. La evidencia en la Escritura es enorme.
- 1 Corintios 1:21: “Porque ya que en la sabiduría de Dios el mundo no conoció a Dios por medio de su propia sabiduría, agradó a Dios, mediante la necedad de la predicación, salvar a los que creen.”
- 1 Corintios 1:23-24: “Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, piedra de tropiezo para los judíos, y necedad para los gentiles; mas para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios.”
- 1 Pedro 1:23: “Pues habéis nacido de nuevo, no de una simiente corruptible, sino de una que es incorruptible, es decir, mediante la palabra de Dios que vive y permanece.”
- Romanos 10:17: “Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo.”
- Hechos 16:13-14: “Y en el día de reposo salimos fuera de la puerta, a la orilla de un río, donde pensábamos que habría un lugar de oración; nos sentamos y comenzamos a hablar a las mujeres que se habían reunido. Y estaba escuchando cierta mujer llamada Lidia, de la ciudad de Tiatira, vendedora de telas de púrpura, que adoraba a Dios; y el Señor abrió su corazón para que recibiera lo que Pablo decía.”