Jamás Colombia había vivido una migración como la que estamos recibiendo ahora desde Venezuela. Muy al contrario, éramos por definición quienes migraban a otros países, prácticamente a cualquier otro país, a causa de la guerra y la corrupción en el nuestro. En cambio, casi nadie quería venir a vivir en nuestro país a causa de su situación.
Hoy vemos a vecinos venezolanos en todas partes, empleados, vendiendo en las calles, viviendo en los parques, en fin, por todos lados.
Y ya se empiezan a escuchar voces de protesta, desagrado, hostilidad. No es para menos. Ellos trabajan por menos dinero, y le están quitando espacios a los nativos. El costo de la salud, infraestructura, aseo, etc. Se están disparando en el país.
¿Cómo debemos sentir, pensar y actuar como cristianos en esta situación? ¿Dice algo la Biblia al respecto?
Si, la Biblia tiene mucho que decir, y es mi deseo que esta breve y sencilla meditación nos llame a pensar sobre el tema.
Quisiera iniciar con el pasaje en Deutoronomio 10:15-22 que dice:
Es una exhortación muy firme de Dios a tratar al extranjero exactamente igual al nacional. Lo más significativo es las razones por las que manda Dios esto:
- Porque Él es quien manda. Desobedecer, es rechazar la autoridad de Dios, es rebelión.
- Porque Dios no discrimina a nadie por su nacionalidad, ni abusa de su posición. Al contrario, ha elegido para salvación personas de todas las naciones, y gratuitamente. Cualquiera que sea de Dios se comporta igual.
- Porque Dios es protector de los débiles, y ama (en el sentido de proteger, de velar por) el extranjero. Dios es bondadoso con el que está en desgracia. El creyente es como Cristo y por tanto es bondadoso.
Y da otras razones, ya no por cuanto es Dios, sino en relación a lo que es la iglesia, el pueblo de Dios:
- Manda a amarlos, porque fuimos también extranjeros, y de alguna manera todavía lo somos. Somos peregrinos.
- Por temor y alabanza a Dios. Una manera de adorar al creador es tratando bien al extranjero.
- Dios nos amó siendo extranjeros, por eso debemos también amar al extranjero.
¿Quién es hoy el extranjero?
Levítico 19:9-10, Levítico 23:22; Deuteronomio 24:19–22
En los tiempos bíblicos el extranjero era alguien en estado de indefensión, desplazado de su lugar de origen a causa de catástrofes naturales, guerras, epidemia u otras calamidades. Un ejemplo es la familia de Nohemí, en el libro de Rut. Siendo de Belén, tuvieron que salir a causa de hambre a Moab. Por tanto casi cada vez que leas en la Biblia el término extranjero puedes traducirlo a hoy con el vocablo «desplazado».
Levítico 19:33–34, Exodo 22:21, Deuteronomio 24:17–18; Deuteronomio 27:19
Éxodo 23:9; Levítico 19:33-34; 25:35, Deuteronomio 1:16; 10:19; 27:19; Zacarías 7:10
Conclusión mi amado hermano, la manera bíblica de tratar a las personas venezolanas es amándoles, buscando su bien, tratándoles con gentileza y generosidad. Al hacerlo estarás adorando a Dios, agradándole. Aquel que obedece a Dios es bendecido por Dios. Creyéndole a Dios puedes estar seguro que los venezolanos son una bendición para Colombia. Mejorarán nuestra competencia en todas las áreas. Traerá miles de profesionales a nuestra sociedad que no le costaron nada al país. Traerán consigo nuevas ideas, comidas, aires musicales, y otro sin número de aportes que enriquecerán nuestra cultura. No hay duda que traen nuevos retos y muchos sinsabores, pero estando arraigados y cimentados en Cristo, sabemos que son más una bendición que un problema.